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miércoles, 29 de octubre de 2014

Niño mal comedor: una pesadilla para muchos padres


Todos los niños pasan por fases en las que comen menos, sobre todo entre los 2 y 5 años experimentan una disminución del apetito por causas fisiológicas, ya que necesitan menos calorías porque en esta época el crecimiento es más lento que en los dos primeros años.
La ONU señala que un niño mal comedor es aquel que de manera habitual come poca cantidad o poca variedad de alimentos, o ambas circunstancias a la vez.
Según los expertos, los niños inapetentes tienen más probabilidades de sufrir carencias nutricionales con el paso del tiempo, ya que se niegan a comer alimentos ricos en vitaminas, minerales y fibra, y también de que en un 4% de los casos derive en obesidad infantil. Las verduras y las hortalizas son los alimentos que mayor rechazo producen, con un 64%, les siguen el pescado, legumbres y fruta.




Según Luis Torres, especialista del Observatorio de la Nutrición Infantil (ONI), el comer es una conducta que afecta al buen desarrollo psíquico. A través de una buena alimentación el niño consigue:
  • desarrollar unos hábitos que facilitará otros como el del estudio o el baño
  • aprender a resolver conflictos, porque cuando un alimento no le gusta puede negociar comer más o menos cantidad o con menor frecuencia a cambio de probar algún alimento nuevo o tomar de otro que tampoco sea de sus preferidos
  • prevenir trastornos como la obesidad, bulimia o anorexia
  • crear rutinas que favorecen su autonomía. Se sentirá bien si le permitimos hacer cosas por sí mismo, que están implicadas en el proceso de la comida como participar en el menú, recoger la mesa, elaborar platos....
  • favorece la estimulación del habla. Masticar y tragar sólidos son ejercicios imprescindibles para la tonificación de los músculos implicados en el habla
Para conocer al niño mal comedor puede ser importante conocer un poco el desarrollo de la conducta alimentaria.

- Lactancia

Desde el nacimiento hasta los 4 - 6 meses el ritmo de hambre-saciedad sigue un ciclo cada 2 - 4 horas que debe respetarse. Durante este periodo existe un reflejo de succión que le permite
tomar correctamente los alimentos líquidos y que dura mientras el niño no está saciado, por lo que al dejar de succionar no se debe insistir.
Hasta los 4 meses aproximadamente los lactantes mantienen activo el reflejo de protusión, que impulsa a empujar hacia afuera los alimentos sólidos y que a veces puede dificultar la primera toma de sólidos.
A partir de los 6 meses comienzan a desarrollar el apetito, creando preferencias y aversiones que se hacen claramente manifiestas a partir del primer año.
Es importante también cómo va evolucionando la capacidad del niño para comer solo:
  •  4 meses: empieza a tener habilidades con el uso de las manos
  • 5 -6 meses: intenta coger el biberón
  • 9 meses: coge galletas solo

- Niños de corta edad (1-3 años)

A partir de los 15 meses se produce una "anorexia" fisiológica que coincide con un periodo de crecimiento más lento con respecto al primer año de vida y que dura toda la época preescolar.
La introducción de alimentos sólidos se relaciona con la mayoría de aversiones sensoriales y anorexias conductuales: hay que dejarle que lo mire, huela y pruebe en el momento que su apetito es mayor.
Entre los 12 - 18 meses quiere jugar con los alimentos, quiere comer solo y rechaza alimentos. Son etapas que van hasta los 24 meses. A partir de los 18 meses deben comer solos.

- Niños en edad preescolar (hasta los 6 años)

A los 2 - 3 años comer ya no es divertido, es una actividad que involucra reglas y expectativas. Se recrudece la neofobia (miedo a la incorporación de nuevos alimentos). La cantidad de alimentos varía considerablemente de unas comidas a otras, ya que responden a señales internas de apetito y saciedad y no a señales externas relativas a horarios. Por lo general comen menos que los lactantes porque el gasto en metabolismo basal y crecimiento es menor.

- Periodo escolar (6 - 10 o 12 años)

Tiene la misma capacidad para alimentarse que en la época adolescente y adulta.

Diferencia entre apetito y hambre

Apetito: deseo selectivo de comer determinados alimentos, condicionado por una experiencia previa placentera
El hambre determina cuándo hay que comer y el apetito qué deseamos comer.

Factores que pueden contribuir al desarrollo de este trastorno

Factores ambientales:
  • proceso de aprendizaje inadecuado: la actitud de los hijos depende en gran medida de la que adopten los padres
  • acontecimientos familiares o sociales: nacimiento de un hermano, inicio escolarización, cambio de domicilio, separación de los padres, fallecimiento de un familiar.... puede provocar inapetencia transitoria y malestar. 
  • factores genéticos: podrían predisponer hacia el gusto por determinados alimentos, pero no es seguro
  • factores dietéticos: la lactancia materna tendría cierto efecto en favorecer la adaptación a los distintos alimentos, dado que estimula el desarrollo de la palatabilidad debido a los sabores de los distintos alimentos tomados por la madre. El uso de fórmulas adaptadas podría estimular el gusto por los sabores más azucarados

Factores orgánicos:
Causas físicas transitorias: brote dentario, vacunas, accidente.... no respetar esta falta de apetito puede tener consecuencias importantes.
También puede ser secundario a una enfermedad crónica que debemos identificar precozmente para establecer un tratamiento correcto.

Factores relacionados con el desarrollo:
Hay ciertos problemas específicos del desarrollo que son intelerables para algunos padres
  • 8 - 12 meses: niño que se ensucia mucho comiendo
  • 18 - 24 meses: niño caprichoso para comer
  • 24 - 36 meses: pica, malos modales
Consejos prácticos
  • Deben implicarse todos los adultos que rodean al niño, con convicción y firmeza y una actitud homogénea y coherente.
  • Crear y cumplir unos horarios de comida definidos y dedicar a esos momentos el tiempo necesario: evitar comer con prisas.
  • Comer siempre en el mismo lugar, distinto del que el niño utiliza para jugar.
  • Evitar distracciones (televisión, radio...), el exceso de ruido o cualquier otro tipo de sobreestimulación.

  • Hacer de las comidas un momento placentero para el niño; un momento de reunión y convivencia familiar, al menos una vez al día, en el que se fomente el diálogo y se le preste atención.
  • No prolongar excesivamente el tiempo de las comidas: una vez transcurrido el tiempo razonable que debe durar una comida (20-25 minutos), si el niño se ha negado a comer, se le debe retirar el plato sin insistirle ni enfadarse. No se le sustituirá ni compensará con ningún otro alimento.
  • No se le debe permitir comer entre horas: si en el horario establecido no come adecuadamente, debe evitarse que ingiera nada (excepto agua) hasta la hora de la siguiente comida, que no ha de ser ni diferente ni más abundante de lo previsto para compensar el hambre atrasada.

  • Ofrecer al niños menús variados y atractivos, que incluyan alimentos diferentes y le faciliten disfrutar con la comida. Si el niño rechaza un tipo de alimento se le puede sustituir por otro que sea equivalente nutricionalmente.
  • Ser tolerante con determinadas incorrecciones en cuanto a modales y conductas.
  • Ajustar las cantidades a la capacidad digestiva y a la demanda del niño (no todos los días se tiene el mismo apetito). Los platos con cantidades excesivas les desmotivan. No se les debe obligar a comer.
  • Dejarle participar en la preparación de los platos aumentará su motivación por consumirlos.
  • Procurar evitar peticiones que suponen la interrupción de las comidas (ir al baño, lavarse las manos, ir a buscar alguna cosa..): hay que procurar que lo haga antes de sentarse en la mesa, o bien, según la necesidad, emplazarle a que lo haga después

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